viernes, 23 de febrero de 2018

Un día cualquiera

"Establecer objetivos es el primer paso para convertir lo invisible en lo visible." Tony Robbins.

Es una gran cita, sin duda; objetivo de hoy: escribir; escribir sin pausa, sin prisas, sin pensar en nada más que en escribir; escribir sin censuras, sin remordimientos, con confianza…
Dicen que escribir es algo terapéutico, casi mágico, que produce enormes beneficios en el cerebro, en la persona pues; así que, escribamos, escribamos sin más pudor ni deseo que el de escribir, ejercitar las palabras, la mente, la expresión, el hábito de escribir.
Y de repente, parón. Te quedas inmóvil, como en otro mundo, no sabes cómo continuar, miras por la ventana –hace un día espléndido-. ¡Escribamos sobre eso!
Qué maravilla de día; luce el sol, no sopla demasiado viento, aunque hace un frio del carajo, 😂¡jajajá! Es cierto, correr con este clima es algo a lo que no termino de acostumbrarme. Con lo bien que se corre en Murcia, con ese solecito casi todo el año; apenas se usan prendas de abrigo para correr… incluso en invierno podrías seguir saliendo a correr con pantalón corto, y dependiendo de la hora del día, con manga corta. ¡Qué placer correr en Murcia! 
Murcia, ¡qué hermosa eres!

Te levantas temprano, te aseas, te vistes y paseíto con el perro; así aprovechas para ver de primera mano cómo está el día; ¿luce el sol? ¿Hace frío? ¿Qué pinta tienen esas nubes? ¿Crees que lloverá? En fin, te vas haciendo una idea de lo que te pondrás cuando vuelvas a casa. Mallas cortas o largas, camiseta y sudadera o camiseta y chaqueta, o cortavientos, o chubasquero… ¿Cuánto correré hoy? ¿Qué zapatillas me pongo? ¡Qué cargados tengo los gemelos! Ya veremos cómo sale la cosa.
Al final te armas de valor – camiseta y sudadera, sin guantes, pantalón corto y mis Merrell planitas, cero drop – te echas a la calle y empieza el baile. Trotas los primeros metros como si hubieras descansado toda la semana, te sientes ligero, fuerte, ágil; y poco a poco suben las pulsaciones, tu corazón se acelera, aumenta la respiración y crees que vas a mil; miras el reloj – 129 pulsaciones por minuto – no es tanto, vas bien. Entonces empiezan los repechos, las curvas, una recta interminable y vuelta; coges al fin una bajada, no con mucha pendiente, pero recuperas esa sensación de ligereza, flotas sobre el asfalto y sí, vuelves a sonreír.
La sonrisa se torna en rostro guerrero, luchador – hoy tocan series – primer pitido, aceleras el ritmo, sube la cadencia, y ahí está, ese es el ritmo que querías, el que te habías propuesto; te sientes como un cazador en la sabana, como un tigre tras la presa; zancada a zancada sientes ese flow, ese movimiento armónico, unísono de todo tu cuerpo, como una máquina bien engrasada con todos sus engranajes trabajando en armonía, eres esa pieza musical, esa sinfonía tocada a la perfección; tu carrera se torna música y te invade una sensación de plenitud, satisfacción, alegría… te conviertes en movimiento, y nada más.
Ahí radica la belleza; movimiento y nada más.

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